martes, 24 de noviembre de 2009

¿Por qué el humano nace poeta? Los niños lo testifican

El origen de la poesía se pierde en el insondable abismo de los tiempos”. Con esta frase se encontraba recientemente uno de nuestros investigadores del buró de losaltosestudiospavistas en una de sus rutinarias excavaciones en pos de lo maravilloso emplumado. La frase en cuestión está extraída de un texto que Benjamin Péret escribió con la intención de prologar una antología de cuentos de la América precolombina.


Si reseñamos este escrito es precisamente porque, al continuar leyendo, nos encontramos para nuestro arrobamiento, frente a una inquietante evidencia: Basta con permanecer atento para descubrir inmediatamente indicios en cualquier lectura de que las verdades pavistas transcienden a nuestra temporalidad para convertirse en un continum de certezas que florecen salvajes entre lo más puro de nuestro subconsciente poético. Bien.


El lenguaje ha sido otorgado al humano para que haga de él un uso pavista, algo que bien sabía Benjamin Péret pues, retomando su texto, nos encontramos con la siguiente afirmación, que confirma la precedente: “el humano de los tiempos remotos solamente sabe pensar de manera poética”. Podemos, sin demasiado esfuerzo cognitivo, identificar a ese humano primitivo que recién descubre el lenguaje del que nos habla Péret, con el niño que se acerca por primera vez a las palabras. El uso de la lengua por parte de ambos es puro, es original, es intuitivo y libre de todos los prejuicios y encorsetamientos mediante los que la pedagogía más rancia nos trata de imponer, a través de formas de hablar, formas de pensar.


Juzgue Usted mismo, bRossARRR, si lo que a continuación se dispone a leer no se trata acaso de una pluma más avalando y coloreando las tesis pavistas:



Armaduras chispeantes, montando en el vestíbulo una guardia de picos eternamente nevados, me saludan con el puño erguido, donde los dedos se mueven en un flujo continuo de pájaros –a menos que sean estrellas fugaces acoplándose para obtener de la mezcla de sus colores primarios los matices delicados del plumaje del colibrí y de las aves del paraíso-. Aunque, en apariencia esté solo, una muchedumbre que me obedece ciegamente me rodea. Son seres menos nítidos que una mota de polvo al trasluz. Sobre su cabeza de raíz, sus ojos se desplazan con mala luz en todos los sentidos, y sus doce alas, provistas de pezuñas, le permiten actuar con la velocidad del rayo que deja su estela. Sobre mi mano, se comen los ojos de las plumas del pavo real, y si los aprieto entre el pulgar y el índice, modelo un cigarrillo que entre los pies de una armadura, toma rápidamente la forma de la primera alcachofa. Sin embargo lo maravilloso está en todas partes…”.

martes, 17 de noviembre de 2009

Pava Popova: El pavismo en el País de los Soviets

Acudían a los cafés con trajes de aviador, se pintaban en la cara los unos a los otros perritos que meneaban la cola, avanzaban lentamente por la Avenida Minsk con cucharas de palo en la mano, sin dejar de soñar por ello con grandes lagos que calentados por centrales térmicas se convertirían en sopas con las que paliar en épocas de escasez el hambre de los pueblos hambrientos. Eran ellos y eran ellas ancestros pavistas, los primeros tal vez del siglo XX, que con la cabeza rapada llenaban de pinceles y mandarinas las tardes breves de una Rusia que aspiraba a convertirse en el epicentro del futuro.



El pasado 14 de noviembre una delegación pavista, acudió al encuentro con la Historia. El Museo Reina Sofía se llenó otra vez de republicanos para celebrar la exposición que hasta el 11 de enero nos recuerda que hubo un tiempo en el que el triunfo del Héroe colectivo parecía posible, un tiempo en el que lo importante era construir, un tiempo que renegaba del pasado y que pretendía ante todo abolir las barreras entre el arte y la vida como primera conquista de una sociedad recién nacida.



Rodchenko y Popova, Maiakovski y Estepanova (que nunca renunció del todo a su caballete) y por encima de todos ellos el siempre olvidado Aleksander Vesnin… qué son sino para nosotros luces hermanas, trinos esperanzados, tortugas escorpiones, ranas tomate o pájaros roqueros playeros, en definitiva gentes como usted y como nosotros hambrientos de un juicio nuevo que, cómo no, debía venir acompañado de una lírica nueva, una lírica pura.


Una sociedad que volvía a nacer debía tener obligatoriamente al niño como objeto de culto, como Ser no corrupto por estériles transcendencias, capaz de volver a creer y sobre todo capaz de volver a crear. Ante semejante analogía, suponemos que inmediatamente les surge la duda ¿Es el constructivismo la pluma angular del ideario pavista?


Ya en la primera sala de la exposición nos damos conmovedoramente cuenta de que es inútil tratar de resistirse a la confirmación que se manifiesta ante nosotros con amorosa violencia. La voluntad determinada de los constructivistas de derribar una sociedad feudal, pretendidamente adulta, justificada por las luces de la ilustración, cobra especial protagonismo en los tiempos en los que nos toca vivir. Durante los primeros años del Siglo XX, la furia y la libertad creadora se convirtieron en “raison d’etre colective”. Los poetas se sindicaban, ofrecían recitales en las minas de Siberia, y no podemos decir que nos sorprenda que uno de los objetivos prioritarios de la Revolución era el de enseñar a leer a todos los ciudadanos del Nuevo Mundo que también colectivamente se comenzaba a construir.


Tal vez la reflexión sobre todo lo dicho nos conduce al convencimiento de que efectivamente no solo es el constructivismo la pluma angular del ideario pavista sino que además el pavismo mantiene activo en la actualidad el programa constructivista, lo corrige y lo ensancha en sus reivindicaciones más elementales, en este vodevil postmoderno en el que se ha convertido la cultura y la educación, esbirro despiadado de la primera.


Cada trazo de todo legajo expuesto estos días en Madrid nos subleva, nos anima y nos convence de que estamos en lo cierto, la búsqueda de nuevos lenguajes pasa irremediablemente por el niño, y esto lo sabían de sobra aquellos que durante un tiempo habitaron un mundo acabado de nacer.


¡Qué ningún niño se quede sin ver esta exposición!

martes, 3 de noviembre de 2009

Vicente

En unos días se cumplirán 25 años del fallecimiento de Vicente Aleixandre, poeta y pavo que como pocos dotó al alfabeto de trinos y truenos, de plumas nuevas jamás intuidas antes en castellano y de una fe inquebrantable en las odiseas poéticas más inmediatas.


Sus glugluteos son referencia constante a parvularios paraísos perdidos, evocadores himnos a la patria de la infancia, motivo por el que desde este parnasillo nos hacemos hoy eco de su voz, clara y aflautada como ninguna. Transcribimos su poema, niñez, en el que misteriosamente un gayo termina hablando como pavo.


NIÑEZ
Giro redondo, gayo,
vertiginoso, suelto,
sobre la arena. Excusas
entre los tiernos fresnos.
Sombras. La piel desierta.
Ojos sin mar risueños.
Verdes sobre la risa.
Frente a la noche, negros.
Iris de voluntades.
Palpitación. Bosquejo.
Por entre las lomas falsas
una verdad y un sueño.
Fuga por galería,
sin esperar. Diverso
todo el paisaje. Sumo,
claro techado, el cielo.


Además, a través del siguiente vínculo podéis ver el documental emitido recientemente a través de La 2 de TVE.